Publicada el 29 de mayo del 2014.-
La mayoría de las pilas están compuestas por metales pesados como mercurio, cadmio, níquel y zinc. Con el tiempo y la erosión la capa protectora de la pila desaparece y la lluvia arrastra los restos, liberando poco a poco su contenido, abriéndose paso a través de la tierra hasta que se encuentra con una capa subterránea de agua, contaminándola.
Conoce los efectos de estos metales pesados sobre nuestro organismo:
Mercurio: daña el cerebro, los riñones, incluso puede afectar al feto y provocar retraso mental.
Plomo: perjudica el sistema nervioso, riñones y sistema reproductivo.
Litio: es un neurotóxico y es toxico para el riñón.
Cadmio: puede producir graves lesiones en los pulmones, fosas nasales y trastornos en el aparato digestivo.
Níquel: daña la piel. Además, causa bronquitis crónica, y cáncer del pulmón y fosas nasales.
La solución, para saber qué hacer con las pilas usadas, es muy sencilla, éstas deben depositarse en contenedores especiales. Si no cuentas con un receptor de pilas cercano, las puedes juntar en una bolsa, para luego ir a dejarla a un lugar que cuente con las condiciones para almacenarlas, ahí estos materiales son recuperados y de nuevo utilizados para elaborar otros productos.
De esta manera, se recicla un residuo peligroso y se evita que pueda contaminar el medio ambiente y perjudicar la salud.