Publicada el 09 de mayo del 2018.-
La NCh 382 define a esta clase de elemento como una “sustancia que, por su acción química, causa lesiones graves a los tejidos vivos con que entra en contacto, si se produce un escape, puede causar daños de consideración a otras mercancías o a los medios de transportes o incluso destruirlos”.
Básicamente, existen dos tipos de corrosivos: los ácidos y las bases (alcalinas), aunque la mayoría posee ambas naturalezas. Entre los ácidos se encuentran el clorhídrico, sulfúrico, nítrico y acético. En tanto, las bases más utilizadas son el hidróxido de potasio (potasa cáustica) e hidróxido de sodio (soda cáustica).
Los efectos en la salud son diversos. Dependerán del compuesto en sí, el tiempo de exposición y el canal de acceso. “Estas sustancias pueden ingresar al organismo a través de distintas vías: inhalatoria, dérmica, digestiva y parenteral (como la intravenosa, subcutánea o intramuscular). Si las cantidades son suficientes para alcanzar una determinada dosis o exposición que provoque efectos sobre la salud, los impactos se manifiestan de forma aguda, diferida o crónica.
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